miércoles, 7 de diciembre de 2011

¿ qué ventajas y desventajas tuvo la cuestión social?


La cuestión social es un problema que puede tener un doble planteamiento o enfoque: un planteamiento teórico o a priori y un planteamiento histórico o a posteriori.

 La cuestión social teóricamente considerada es el problema de las relaciones del hombre con los bienes de la tierra. El hombre, ente esencialmente social, está inmerso en un mundo material al que está esencialmente vinculado. Presenta, pues, una doble dimensión, social y económica: la que relaciona a los demás hombres; y la que juntamente, socialmente la relaciona con los bienes económicos. Esto supuesto, el problema social tendría teóricamente esta formulación: ¿cuál es desde el punto de vista ético-jurídico la relación del hombre, ente social, con los bienes económicos? La solución de este problema necesariamente tendría que fundamentarse en el derecho natural.

 El problema social históricamente considerado es el problema vivo y palpitante que ofrece de hecho la Humanidad con relación a los bienes económicos, dividida en dos clases antagónicas: una minoría que goza superabundantemente de los bienes naturales, frente a la gran multitud de los desheredados de la fortuna. Esta situación real de injusticia y desigualdad económica, denunciada por los Pontífices constituye un problema vital y urgente, que puede formularse así: ¿cómo conseguir un ordenamiento jurídico-social de la economía, que se llegue a una justa distribución de los bienes materiales entre las diversas clases de la sociedad? La solución de este problema necesariamente será de derecho positivo.

 Las soluciones prácticas que se den al problema social histórico no pueden desconocer y menos estar en contradicción con las soluciones que se den al problema social teórico. Las soluciones teóricas han de proceder, fundamentar e iluminar las soluciones prácticas. Cierto que no bastan soluciones teóricas; urgen las soluciones prácticas del problema tan vital. Pero mal se acertará con esta si no se tienen en cuenta la primeras. La cuestión social no es sólo económica, sino moral y religiosa. "Aun cuando la economía y la disciplina moral, cada cual en su ámbito, tienen principios propios, a pesar de ello es erróneo que el orden económico y moral estén tan alejados y ajenos entre sí, que bajo ningún aspecto dependa aquel de este". "... a ese orden económico en su totalidad  le ha sido prescrito un fin por Dios Creador" (Pío).

La solución al problema teórico pertenece a la Filosofía social-económica. Aquí es donde la Iglesia tiene su palabra que decir. El estudio y solución del problema histórico pertenece más bien a la Sociología y a la política social, que han de tener muy en cuenta los dictámenes de la economía.

Las soluciones. Las soluciones que se han presentado hasta ahora al problema social son: el liberalismo, el socialismo, el comunismo y el cristianismo.

El liberalismo responde al planteamiento teórico del problema, más de una manera implícita que explícita; implícita en los principios que sostiene acerca del individuo y de la libertad humana. Su doctrina social se reduce al principio de la libre competencia ilimitada; plena libertad de acción económica no sujeta a ninguna ley moral. "La única ley suprema reguladora de las relaciones económicas entre los hombres es la libre e ilimitada competencia. Intereses del capital, precios de las mercancías y de los servicios, beneficios y salarios han de determinarse necesariamente, de modo casi mecánico, por virtud exclusiva de las leyes del mercado. El poder público debe abstenerse sobre todo de cualquier intervención en el campo económico." "Todo lo atribuye a las fuerzas necesarias de la naturaleza, y niega por lo tanto, la relación entre las leyes morales y las leyes económicas. Motivo único de la actividad económica es el exclusivo provecho individual." (M.M. 11). Fue causa del planteamiento histórico del problema.

El socialismo responde directamente al planteamiento del problema histórico. Por eso es de poco contenido doctrinal-social, y cae fácilmente en actitudes político-demagógicas. Su solución se reduce: abolición de la propiedad privada; el Estado es el único y universal propietario. Socialismo del Estado.

El marxismo. Al dar base filosófica al socialismo, responde esencialmente al planteamiento del problema teórico. De ahí su gran contenido ideológico, que le hace ser ante todo una filosofía más que una solución económica. La solución práctica, que es la solución de un comunismo integral, la presenta como conclusión racional "dialéctica" de su teoría. "La doctrina que el comunismo oculta bajo apariencias a veces tan seductoras, se funda hoy sustancialmente sobre los principios, ya proclamados anteriormente por Marx, del materialismo dialéctico y del materialismo histórico... enseña que sólo existe una realidad, la materia con sus fuerzas ciegas, la cual por evolución llega a ser planta, animal, hombre. La sociedad humana, por su parte, no es más que una apariencia y una forma de la materia, que evoluciona del modo dicho, y que por ineluctable necesidad tiende, en un perfecto conflicto de fuerzas, hacia la síntesis final: una sociedad sin clases."

El cristianismo es ante todo una solución al problema teórico, que implica su obligatoriedad práctica fundada en la ley de Dios. Es por lo mismo de gran contenido doctrinal. Tanto el cristianismo como el marxismo comprenden una concepción del hombre y de su destino, como base del ordenamiento jurídico-económico. Esta concepción del hombre y de su destino, totalmente diversa en el comunismo y en el cristianismo, supone una fundamentación metafísica, también totalmente diversa: la heraclitiana y la aristotélico-tomista; el "fluxus" heraclitiano-hegeliano y el "motus" aristotélico-tomista.


Si bien la pobreza y la desigualdad social se presentan como causas de la cuestión social chilena a finales del siglo XIX, ya es posible apreciar muchos de estos factores a mediados de dicho siglo, el factor determinante y que produjo la cuestión social definitiva en Chile fue el hecho de que el país vivía un gran auge económico en esos tiempos por el aporte financiero que significaba el salitre y otras formas menores de extracción. Esto hace que grandes oleadas de personas se dirijan apresuradamente a las ciudades llamadas por la oferta atractiva de trabajar en áreas del sector primario las cuales generan muchos puestos de trabajo, así, por ejemplo, la oferta de trabajos era particularmente intensa en el norte lo que ocasionó que Antofagasta triplicara su número de habitantes. El problema es que las personas se generaban muchas expectativas y cuando llegaban tenían que vivir en conventillos los cuáles hacinaban a numerosas familias en espacios muy pequeños y que obviamente producían serios problemas de salubridad y enfermedades, de hecho, en su gran mayoría estos inmigrantes no volvían a sus territorios de origen y morían de tuberculosis.
El poder político fue incapaz de tratar estos problemas rapidamente y, de hecho, no los anticipó. En esos tiempos los esfuerzos estaban puestos en mejorar una institucionalidad política que venía ya dando botes y que finalmente sucumbió en lo que fue la crisis de 1891, de ahí para adelante la historia no mejoró mucho.
El parlamentarismo tampoco pudo mejorar mucho la situación y sus esfuerzos eran absurdos ante la mirada crítica, ya que en vez de legislar acerca de los temas realmente importantes y que podían generar un cambio, sus aportes consistían en generar mejoras mínimas como lo fue la controvertida ley de la silla.

La cuestión social es, en la Doctrina social de la Iglesia, el trastorno producido por el encuentro del progreso material con el decaimiento de los principios ético-sociales, trastorno que se caracteriza por un vivo malestar de todas las clases de la sociedad y la generación de antagonismo entre las mismas.1 La cuestión social para la Doctrina social de la Iglesia se manifiesta externamente como afectando de un modo principal a la clase obrera (los asalariados) en sus relaciones con los capitalistas y empresarios; pero en realidad se hace sentir en todas las clases sociales.
Se puede decir que dos ideologías han surgido como explicaciones y respuestas al surgimiento de la cuestión: El socialismo y el social cristianismo. La cuestión social, en el caso del socialcristianismo, como señala el Papa León XIII en la Encíclica Graves de comuna que, "en opinión de algunos, la llamada cuestión social es solamente económica, siendo por el contrario ciertísimo, que es principalmente moral y religiosa y por esto ha de resolverse en conformidad con las leyes de la moral y de la religión".
El historiador chileno Sergio Grez, citando a James O. Morris, describe la cuestión social como "la totalidad de [...] consecuencias sociales, laborales e ideológicas de la industrialización y urbanización nacientes: una nueva forma dependiente del sistema de salarios, la aparición de problemas cada vez más complejos pertinentes a vivienda obrera, atención médica y salubridad; la constitución de organizaciones destinadas a defender los intereses de la nueva "proletariado"; huelgas y demostraciones callejeras, tal vez choques armados entre los trabajadores y la policía o los militares, y cierta popularidad de las ideas extremistas, con una consiguiente influencia sobre los dirigentes de los amonestados trabajadores".

¿Qué causas tuvo la guerra del pacifico?


Muchas veces hemos oído hablar de esta guerra, y sobre todo del Combate Naval de Iquique, uno de los hechos de armas más conocidos de este conflicto. Para comprender mejor este episodio de la historia de Chile es necesario partir desde sus orígenes. 
La Guerra del Pacífico (1879-1883) fue un conflicto armado que enfrentó a Chile por un lado, y a Perú y Bolivia por otro, durante el gobierno de don Aníbal Pinto (1876-1881). 

Como primer antecedente, aparece el problema limítrofe entre Chile y Bolivia. Chile dominaba hasta el paralelo 23 (al norte de Mejillones), mientras que Bolivia tenía como límite el paralelo 26. Pareciera que tres paralelos no son suficiente motivo para comenzar un conflicto armado; sin embargo, abarcaban miles de kilómetros. Más al norte, las tierras de Iquique y Arica pertenecían a Perú. 

La riqueza salitrera que cubría el suelo de Antofagasta, hasta ese entonces perteneciente a Bolivia, era explotada por capitales extranjeros, principalmente chilenos. Esto provocó grandes diferencias entre ambas naciones, hasta que en el año 1866 se firmó un Tratado, donde se estableció que el límite entre Chile y Bolivia sería el paralelo 24, y que los productos obtenidos por la explotación minera y de guano entre los paralelos 23 y 25 serían repartidos en partes iguales entre ambos países. 


Sin embargo, este tratado no duró mucho tiempo, y en 1874 se firmó un nuevo acuerdo, estableciendo la renuncia de Chile a los beneficios económicos obtenidos por la explotación salitrera. Por su parte, Bolivia se comprometió a no subir los impuestos, durante 25 años, a las compañías chilenas que ya estaban instaladas en la zona. 

La causa inmediata 

Durante los años siguientes, tanto Perú como Bolivia pasaron por importantes cambios políticos. En 1876 Mariano Ignacio Prado fue elegido como presidente del Perú, mientras que en Bolivia se apoderaba del poder el general Hilarión Daza quien, en 1878, aprobó una ley que aumentaba en 10 centavos el impuesto a cada quintal de salitre que se exportara. Con esta decisión se estaba violando el acuerdo de 1874. 

El gobierno chileno se negó a pagar el impuesto, a lo que Daza respondió con la orden de rematar las salitreras que estaban en manos chilenas, aun sabiendo que esto provocaría una guerra; sin embargo, sabía que contaba con el apoyo de Perú, país con el que había firmado un Tratado secreto en 1873. 

Ante esta situación, el 12 de febrero de 1879 Chile rompió relaciones diplomáticas con Bolivia, y el 14, día en que se iniciaba el remate, tropas chilenas, al mando del coronel Emilio Sotomayor, desembarcaron en Antofagasta con el objetivo de impedir la acción boliviana. 

Quince días después, con un ejército de 7.000 hombres, Bolivia le declaró la guerra a Chile y confiscó todos los bienes que mantenían ciudadanos chilenos en otros minerales de la región. Más tarde, el 5 de abril de ese mismo año, cuando Perú reconoció la existencia de un tratado secreto con Bolivia, Chile decidió declarar la guerra a ambos países. Así, comienza la Guerra del Pacífico.

A diferencia de nuestro país, la Guerra del Pacífico constituyó para Bolivia uno de los episodios más dramáticos de su historia. Su ejército fue totalmente derrotado, lo que le significó la pérdida del único territorio con salida al mar que poseía. Desde ese entonces, y hasta el día de hoy, el no tener acceso al mar ha significado un problema para esta nación. 

Además, el territorio que perdió a manos de Chile le significó un gran deterioro en su economía, debido a la pérdida del salitre, por lo que su crecimiento distó mucho del auge que vivió nuestro país. 

Por otro lado, aunque Bolivia pudo haber crecido gracias a la producción de plata, las variaciones en el precio de este metal impactaban fuertemente en la economía de esa nación, teniendo su mayor crisis en 1900, cuando su valor colapsó en el mercado internacional. Así, el estaño ocupó el lugar de la plata, como consecuencia del agotamiento de las minas europeas de este metal, momento a partir del cual los capitales provenientes del viejo continente, Estados Unidos y Chile compitieron con los capitalistas bolivianos por el control de las minas de estaño. 


Al igual que Bolivia, Perú no tuvo un buen recuerdo de su paso por la Guerra del Pacífico, ya que su participación significó la derrota de sus fuerzas. A diferencia de Chile, que no detuvo su progreso durante la guerra, Perú sufrió grandes divisiones sociales; por un lado estaban los campesinos indígenas, y por el otro, los terratenientes, creándose fuertes pugnas entre ellos. 

Por otra parte, las principales exportaciones del país habían sido el guano, el salitre y el azúcar; sin embargo, el bloqueo de Chile a todo el territorio donde se producían, durante la guerra, había dejado al Perú en la ruina. 
Tras la guerra, la molestia de peruanos y bolivianos hacia nuestro país se explica básicamente por los grandes beneficios que los nitratos trajeron a Chile. Sin embargo, el triunfo chileno no tuvo que ver únicamente con la economía; las repercusiones del conflicto influyeron notablemente en las sociedades de estos tres países. 

Chile salió de la guerra con un ejército bastante más poderoso que el original, y la expansión de su territorio ayudó mucho al desarrollo del país. Perú y Bolivia, en cambio, enfrentaron sociedades extremadamente desmoralizadas producto del desenlace de la guerra, lo que hizo imposible un desarrollo normal de sus pueblos. Por el contrario, la Guerra del Pacífico fue el detonante que permitió a Chile consolidarse como una de las potencias sudamericanas de la época.

La guerra del Pacifico se produjo en el Desierto de Atacama, entre los años 1879 y 1883. En esta guerra participaron los países  de Perú, Bolivia y Chile.
Machismos años de paz aun no logran borrar definitivamente las cicatrices de esta guerra. El Clarín de guerra sonó en los pueblos, ciudades y caseríos de tres Patrias- Chile, Perú y Bolivia- Llamando a sus hijos a reconocer cuartel. Miles de campesinos, mineros y ciudadanos se transformaron en soldados para escribir con su sangre derramada, gloriosas paginas de historia.
Fue una sangrienta lucha en que Por mas de 4 años se puso a prueba la fuerza de los pueblos y el valor, la nobleza e hidalguía de soldados y marinos- especialmente de Chilenos y Peruanos, que se fundieron con el mismo ímpetu para lograr el triunfo. 
Hombres de destacada participación por su valentía mostrada en los tiempos difíciles fueron Francisco Bologneci, Andrés Cáceres, Miguel Grau, Arturo Prat, Ignacio Carrera Pinto, Pedro Lagos, Eleuterio Ramírez, el gran presidente Baquedano... y muchos más. Estas personas fueron admiradas por su patriotismo y decisión, fueron un homenaje a la paz y hermandad entre los pueblos, que buscan en la colaboración y la armonía las armas del progreso y de un común bienestar. Tantos años nos separan cada día más de estos gestos heroicos y los pueblos que heredaron sus glorias, que en forma tan heroica devolvieron la paz a Chile.

¿Qué consecuencia tuvieron la ocupación de la araucania?


La tranquilidad que, en general, reinaba en la frontera del Biobío y las relaciones que existían entre los habitantes de uno y otro lado, permitieron el avance colonizador de la Araucanía.
En la Depresión Intermedia al sur del Biobío, algunos intrépidos campesinos y agricultores se habían establecido, comprando, arrendando o simplemente quitándoles sus tierras a los indios (llamados indios, por los colonizadores, que creian haber descubierto las Indias, ignorando que son mapuches, no araucanos, que tambien es palabra del conquistador)(aclaracion aparte ;-). En el sector costero, la existencia del fuerte de Arauco y la explotación del carbón de piedra aseguraban otra línea de penetración. 
Durante el gobierno de don José Joaquín Pérez se inició la acción oficial para incorporar la Araucanía con el apoyo de las armas. El realizador de aquella empresa fue el coronel Cornelio Saavedra, que en corto plazo ocupó hasta el río Malleco, volviendo a fundar la ciudad de Angol.

 Por la costa avanzó hasta el río Toltén.
Este primer avance se ejecutó con escaso derramamiento de sangre, pero luego hubo una sublevación de los mapuches cercanos al río Malleco, que obedecían al cacique Quilapán. Derrotados los naturales, la ocupación se detuvo por algunos años; pero al estallar la Guerra del Pacífico, el avance se había reanudado hasta la línea del río Traiguén.


El conflicto con el Perú y Bolivia significó debilitar el ejército de la Araucanía y ese hecho fue aprovechado por los mapuches para lanzar algunos ataques contra los puestos fronterizos.
Al concluir la campaña de Lima, que virtualmente puso término a la guerra, se pudo reiniciar la ocupación. Las tropas avanzaron hasta el río Cautín y se fundó la ciudad de Temuco.
El coronel Gregorio Urrutia fue el encargado de ocupar el territorio que restaba. Levantó diversos fuertes y prosiguió hasta el lago Villarrica, donde fundó de nuevo la ciudad del mismo nombre.
Así quedaba concluida una tarea que habían iniciado los españoles hacía más de 300 años.


Tras la consolidación de la independencia de Chile, una de las primeras preocupaciones de la naciente República fue reconocer el territorio sobre el cual ejercería soberanía e incorporar aquellas regiones que estaban marginadas, como la zona comprendida entre los ríos Bíobio y Toltén. Acá vivían más de 190 mil indígenas entre pueblos pehuenche y mapuche que, desde el siglo XVIII se encontraban en un difuso proceso de colonización espontánea, intercambio comercial y migraciones. En este contexto se estaba cuando se realizó en 1825, el Parlamento de Tapihue entre autoridades del gobierno y el pueblo

Durante dos décadas se respetaron los acuerdos establecidos en el Parlamento, sin embargo la guerra civil de 1851, generó un nuevo espacio de confrontación entre chilenos y mapuches. José María de la Cruz, líder del movimiento golpista liberal se alió con importantes lonkos y clanes de la Araucanía para derrocar al entonces presidente Manuel Montt, bajo la promesa de respetar su autonomía en el caso que ellos llegaran al poder. Esto motivó a que en 1852, el presidente Manuel Montt, luego de aplacar las rebeliones, tomara las primeras medidas para incorporar al territorio de la Araucanía bajo soberanía chilena. Así, se creó la provincia de Arauco que comprendía los territorios indígenas entre el Bío-Bío y el norte de la provincia de Valdivia y dispuso una norma que protegía la propiedad indígena. Sin embargo, este último aspecto quedó sólo en el papel,ya que la apropiación indebida continuó desarrollándose por parte de unos pocos especuladores que acumularon inmensos territorios conseguidos de manera fraudulenta y distintas argucias.


En este escenario no era de extrañar que en 1859, los mapuches se volvieran a aliar con las tropas liberales en contra de los conservadores, lo que causó importantes daños a los pueblos recientemente fundados como Santa Bárbara, San Carlos o Nacimiento y a las tierras de las haciendas establecidas en la región. La violencia de este alzamiento llevó a la opinión pública a presionar a las autoridades a encontrar soluciones definitivas a este conflicto. En este complejo escenario, la aparición del francés Orélie Antoine de Tounens no vino sino a acelerar un proceso que ya era inminente.



En 1871, la pacificación quedó en manos del general Basilio Urrutia quien logró avanzar hacia Traiguén (1878) fundando un fuerte con el mismo nombre y trasladando la frontera hacia esa zona. Durante este período, las fuerzas mapuches prácticamente no se pronunciaron debido a que quedaron fuertemente debilitadas, lo que permitió realizar tareas agrícolas y ganaderas, montar aserraderos y dar impulsos a los precarios campamentos surgidos bajo el amparo de los fuertes.

El estallido de la Guerra del Pacífico generó un nuevo escenario para la ocupación. El general Basilio Urrutia fue llamado por el gobierno a asumir el cargo de Ministro de Guerra y Marina y las tropas fueron retiradas de la Araucanía. En su reemplazo se movilizaron fuerzas civiles de los pueblos fronterizos, lo que provocó que en 1881 se realizara un sangriento alzamiento general. 


Sin embargo, el fin de la Guerra contra Perú y Bolivia implicó que todas las energías gubernamentales y militares estuvieran orientadas hacia la incorporación absoluta de la región de Arauco. Por esto el presidente Domingo Santa María, instruyó a al coronel Gregorio Urrutia anexar en el tiempo más corto posible estos territorios a la República de Chile. 


La campaña de 1882 y 1883 reprimió fuertemente a últimos reductos “insurrectos”, quienes no tuvieron más opción que escapar hacia zonas 
pre cordilleranas

¿Es un problema el modelo de crecimiento económico hacia a fuera para las personas?



El debate sobre los límites del crecimiento trata sobre el impacto ecológico del crecimiento y la creación de riqueza y progreso. Muchas de las actividades necesarias para el crecimiento económico hacen uso de fuentes de energía no renovables. Numerosos investigadores creen que estos efectos ambientales continuados pueden tener a su vez un efecto sobre los ecosistemas mundiales.

Huella ecológica frente a IDH (2006).
Se puede observar el límite de la incapacidad de la Tierra para ese año: 2,1 
ha globales.


Este impacto sobre el medio ambiente es lo que trata de cuantificar la huella ecológica. Así, para el año 2005 se estimó el número de hectáreas globales (hectáreas bioproductivas) por persona en 2,1. Sin embargo, para todo el mundo, el consumo se situó en 2,7. Por lo tanto, al menos para este año (y la tendencia es creciente, pues en2003 la huella ecológica mundial se estimó en 2.23), estuvimos sobre-consumiendo respecto de la capacidad del planeta; o lo que es lo mismo, estamos destruyendo los recursos a una velocidad superior a su ritmo de regeneración natural.


Afirman que los efectos acumulados sobre los ecosistemas imponen un límite teórico al crecimiento. Algunos recurren a la arqueología para citar ejemplos de culturas que parecen haber desaparecido porque crecieron más allá de la capacidad de sus ecosistemas para albergarlas, como afirma por ejemplo Duncan que ocurrirá también con nuestra civilización (Teoría de Olduvai). Su predicción es que los límites al crecimiento podrían acabar haciendo imposible el crecimiento basado en el consumo de fuentes de energía. La solución que proponen es aplicar los principios del Decrecimiento: es decir, reducir el consumo y la producción hasta niveles en los que los recursos se puedan regenerar de forma natural, a la par que se distribuye la riqueza de los países ricos al resto del mundo. Este concepto no debe ser confundido con el de desarrollo sostenible, pues este último cree que sí sería posible continuar aumentando el crecimiento, a la par que se protegiese el medio ambiente. Otros son más optimistas y creen que, si bien pueden detectarse efectos ambientales locales, los efectos ecológicos a gran escala son menores. Los optimistas afirman que si estos cambios ecológicos a escala mundial existen, el ingenio humano encontrará la forma de adaptarse a ellos.


El ritmo o tipo de crecimiento económico puede tener importantes consecuencias para el medio ambiente (el clima y el capital natural de los ecosistemas). La preocupación por los posibles efectos negativos del crecimiento sobre el medio ambiente y la sociedad ha llevado a ciertos sectores científicos a defender niveles de crecimiento menores, de donde viene la idea del decrecimiento económico y los partidos verdes, que piensan que las economías nacionales son parte de una sociedad mundial y de un sistema ecológico global, por lo que no pueden explotar su capacidad de crecimiento natural sin dañarlos.


El científico canadiense David Suzuki afirmó en los años 90 que los ecosistemas sólo pueden soportar un crecimiento anual de entre un 1,5 y un 3 % anual, y que por lo tanto cualquier intento de conseguir mayor rendimiento por parte de la agricultura o los bosques necesariamente acabará por canibalizar el capital natural del suelo o los bosques. Hay quien piensa que este argumento se puede aplicar incluso a las economías más desarrolladas. Los economistas convencionales opinan que las economías avanzan gracias a los avances tecnológicos, por ejemplo: ahora tenemos ordenadores más rápidos que hace un año, pero no necesariamente un número mayor de ordenadores. Quizá nos hayamos librado de las limitaciones físicas apostando más por el conocimiento que por la producción física.


Por otra parte es un hecho histórico que en los últimos dos siglos el crecimiento económico ha presentado fluctuaciones y crisis cíclicas en todos y cada uno de los países y en el ámbito internacional. Todo auge económico conduce finalmente a la recesión y la crisis, la cual termina por abrir las condiciones para la reactivación, que a su vez despeja el camino para un nuevo auge. El ciclo económico estudiado por Clemente Juglar, Karl Marx, Wesley Mitchell, JosepfSchumpete Nikolai Kondratieff y otros notables economistas, es una realidad para tener en cuenta sin la cual es imposible cualquier estimación seria sobre el crecimiento económico.