La cuestión social es un problema que puede tener un doble planteamiento o enfoque: un planteamiento teórico o a priori y un planteamiento histórico o a posteriori.
La cuestión social teóricamente considerada es el problema de las relaciones del hombre con los bienes de la tierra. El hombre, ente esencialmente social, está inmerso en un mundo material al que está esencialmente vinculado. Presenta, pues, una doble dimensión, social y económica: la que relaciona a los demás hombres; y la que juntamente, socialmente la relaciona con los bienes económicos. Esto supuesto, el problema social tendría teóricamente esta formulación: ¿cuál es desde el punto de vista ético-jurídico la relación del hombre, ente social, con los bienes económicos? La solución de este problema necesariamente tendría que fundamentarse en el derecho natural.
El problema social históricamente considerado es el problema vivo y palpitante que ofrece de hecho la Humanidad con relación a los bienes económicos, dividida en dos clases antagónicas: una minoría que goza superabundantemente de los bienes naturales, frente a la gran multitud de los desheredados de la fortuna. Esta situación real de injusticia y desigualdad económica, denunciada por los Pontífices constituye un problema vital y urgente, que puede formularse así: ¿cómo conseguir un ordenamiento jurídico-social de la economía, que se llegue a una justa distribución de los bienes materiales entre las diversas clases de la sociedad? La solución de este problema necesariamente será de derecho positivo.
Las soluciones prácticas que se den al problema social histórico no pueden desconocer y menos estar en contradicción con las soluciones que se den al problema social teórico. Las soluciones teóricas han de proceder, fundamentar e iluminar las soluciones prácticas. Cierto que no bastan soluciones teóricas; urgen las soluciones prácticas del problema tan vital. Pero mal se acertará con esta si no se tienen en cuenta la primeras. La cuestión social no es sólo económica, sino moral y religiosa. "Aun cuando la economía y la disciplina moral, cada cual en su ámbito, tienen principios propios, a pesar de ello es erróneo que el orden económico y moral estén tan alejados y ajenos entre sí, que bajo ningún aspecto dependa aquel de este". "... a ese orden económico en su totalidad le ha sido prescrito un fin por Dios Creador" (Pío).
La solución al problema teórico pertenece a la Filosofía social-económica. Aquí es donde la Iglesia tiene su palabra que decir. El estudio y solución del problema histórico pertenece más bien a la Sociología y a la política social, que han de tener muy en cuenta los dictámenes de la economía.
Las soluciones. Las soluciones que se han presentado hasta ahora al problema social son: el liberalismo, el socialismo, el comunismo y el cristianismo.
El liberalismo responde al planteamiento teórico del problema, más de una manera implícita que explícita; implícita en los principios que sostiene acerca del individuo y de la libertad humana. Su doctrina social se reduce al principio de la libre competencia ilimitada; plena libertad de acción económica no sujeta a ninguna ley moral. "La única ley suprema reguladora de las relaciones económicas entre los hombres es la libre e ilimitada competencia. Intereses del capital, precios de las mercancías y de los servicios, beneficios y salarios han de determinarse necesariamente, de modo casi mecánico, por virtud exclusiva de las leyes del mercado. El poder público debe abstenerse sobre todo de cualquier intervención en el campo económico." "Todo lo atribuye a las fuerzas necesarias de la naturaleza, y niega por lo tanto, la relación entre las leyes morales y las leyes económicas. Motivo único de la actividad económica es el exclusivo provecho individual." (M.M. 11). Fue causa del planteamiento histórico del problema.
El socialismo responde directamente al planteamiento del problema histórico. Por eso es de poco contenido doctrinal-social, y cae fácilmente en actitudes político-demagógicas. Su solución se reduce: abolición de la propiedad privada; el Estado es el único y universal propietario. Socialismo del Estado.
El marxismo. Al dar base filosófica al socialismo, responde esencialmente al planteamiento del problema teórico. De ahí su gran contenido ideológico, que le hace ser ante todo una filosofía más que una solución económica. La solución práctica, que es la solución de un comunismo integral, la presenta como conclusión racional "dialéctica" de su teoría. "La doctrina que el comunismo oculta bajo apariencias a veces tan seductoras, se funda hoy sustancialmente sobre los principios, ya proclamados anteriormente por Marx, del materialismo dialéctico y del materialismo histórico... enseña que sólo existe una realidad, la materia con sus fuerzas ciegas, la cual por evolución llega a ser planta, animal, hombre. La sociedad humana, por su parte, no es más que una apariencia y una forma de la materia, que evoluciona del modo dicho, y que por ineluctable necesidad tiende, en un perfecto conflicto de fuerzas, hacia la síntesis final: una sociedad sin clases."
El cristianismo es ante todo una solución al problema teórico, que implica su obligatoriedad práctica fundada en la ley de Dios. Es por lo mismo de gran contenido doctrinal. Tanto el cristianismo como el marxismo comprenden una concepción del hombre y de su destino, como base del ordenamiento jurídico-económico. Esta concepción del hombre y de su destino, totalmente diversa en el comunismo y en el cristianismo, supone una fundamentación metafísica, también totalmente diversa: la heraclitiana y la aristotélico-tomista; el "fluxus" heraclitiano-hegeliano y el "motus" aristotélico-tomista.
Si bien la pobreza y la desigualdad social se presentan como causas de la cuestión social chilena a finales del siglo XIX, ya es posible apreciar muchos de estos factores a mediados de dicho siglo, el factor determinante y que produjo la cuestión social definitiva en Chile fue el hecho de que el país vivía un gran auge económico en esos tiempos por el aporte financiero que significaba el salitre y otras formas menores de extracción. Esto hace que grandes oleadas de personas se dirijan apresuradamente a las ciudades llamadas por la oferta atractiva de trabajar en áreas del sector primario las cuales generan muchos puestos de trabajo, así, por ejemplo, la oferta de trabajos era particularmente intensa en el norte lo que ocasionó que Antofagasta triplicara su número de habitantes. El problema es que las personas se generaban muchas expectativas y cuando llegaban tenían que vivir en conventillos los cuáles hacinaban a numerosas familias en espacios muy pequeños y que obviamente producían serios problemas de salubridad y enfermedades, de hecho, en su gran mayoría estos inmigrantes no volvían a sus territorios de origen y morían de tuberculosis.
El poder político fue incapaz de tratar estos problemas rapidamente y, de hecho, no los anticipó. En esos tiempos los esfuerzos estaban puestos en mejorar una institucionalidad política que venía ya dando botes y que finalmente sucumbió en lo que fue la crisis de 1891, de ahí para adelante la historia no mejoró mucho.
El parlamentarismo tampoco pudo mejorar mucho la situación y sus esfuerzos eran absurdos ante la mirada crítica, ya que en vez de legislar acerca de los temas realmente importantes y que podían generar un cambio, sus aportes consistían en generar mejoras mínimas como lo fue la controvertida ley de la silla.
La cuestión social es, en la Doctrina social de la Iglesia, el trastorno producido por el encuentro del progreso material con el decaimiento de los principios ético-sociales, trastorno que se caracteriza por un vivo malestar de todas las clases de la sociedad y la generación de antagonismo entre las mismas.1 La cuestión social para la Doctrina social de la Iglesia se manifiesta externamente como afectando de un modo principal a la clase obrera (los asalariados) en sus relaciones con los capitalistas y empresarios; pero en realidad se hace sentir en todas las clases sociales.
Se puede decir que dos ideologías han surgido como explicaciones y respuestas al surgimiento de la cuestión: El socialismo y el social cristianismo. La cuestión social, en el caso del socialcristianismo, como señala el Papa León XIII en la Encíclica Graves de comuna que, "en opinión de algunos, la llamada cuestión social es solamente económica, siendo por el contrario ciertísimo, que es principalmente moral y religiosa y por esto ha de resolverse en conformidad con las leyes de la moral y de la religión".
El historiador chileno Sergio Grez, citando a James O. Morris, describe la cuestión social como "la totalidad de [...] consecuencias sociales, laborales e ideológicas de la industrialización y urbanización nacientes: una nueva forma dependiente del sistema de salarios, la aparición de problemas cada vez más complejos pertinentes a vivienda obrera, atención médica y salubridad; la constitución de organizaciones destinadas a defender los intereses de la nueva "proletariado"; huelgas y demostraciones callejeras, tal vez choques armados entre los trabajadores y la policía o los militares, y cierta popularidad de las ideas extremistas, con una consiguiente influencia sobre los dirigentes de los amonestados trabajadores".